lunes, 29 de julio de 2013

PokeNostalgia

Almuerzo dominical con la familia, de repente se levantan todos y me quedo con 2 de mis hermanos menores, empezamos a charlar de todo un poco y no se como terminamos hablando de pokemon, uno de ellos anda jugando la versión platino y me contaba que no había podido capturar a un legendario ( no se cual), he de confesar que mis deseos de ser siempre el mejor, mejor que nadie mas, y mi sueño de atraparlos a todos se quedaron congelados una vez que termine de jugar la tercera generación (léase Pokemon Esmeralda), sin embargo esta en mis planes el ponerme al día en la saga para ver como ha evolucionado la saga  (entienden? juegos de pokemon, evolucionar?? no??)

Pero bueno, volviendo al tema, entre charla y charla me Pregunta, "¿si tendrías que hacerte un tatuaje de pokemon cual sería?" pues la respuesta es sencilla, tendría que ser de mi pokemon favorito, que resulta ser: Articuno, claro, surge la duda, y porque él? bueno he aquí la parte larga de esta historia ;)


Como todo buen niño yo jugaba el pokemon rojo/azul, mi vida se dividía en intentar ser un maestro pokemon, eso incluía capturarlos arrancándolos de su hábitat para luego obligarlos a pelear contra otros y al ganar quitarles el dinero a niños que sufrían por haber visto como chingaba la madre a sus mascotas, ganar la liga pokemon, a mi rival, echarle en cara mis logros, capturar a todos y claro nunca ir a la escuela (en el juego, que si me chachaba en la vida real había tabla).
Era obvio que recibía castigos y gritos de mis padres por dejar de lado mis deberes escolares por hacer todo lo anterior, en fin, una vez avanzado el juego y habiendo vencido la liga pokemon y habiendo capturado a Mewtwo con mi única y preciada Masterball, decidí completar el pokedex, y claro para sacarle provecho al juego entrenar a todos mis pokemon para que lleguen a nivel 100 para ser el más capo de mi escuela.

Al ir llenado mi pokedex note que me faltaban algunos, estaban las evoluciones por intercambio (victrebell, golem, machamp, etc) pero el 144 no sabía cual era, ni sabia donde encontrarlo, yo creyendo que sabía todo nunca fui a visitar las islas Seafoam, menos mal en una revista de club nintendo encontré la localización así que me dirigí allá, encontrar al pájaro azul no fue difícil, pero al tener todos mis pokemon en nivel 100 fue una tremenda estupidez, al querer debilitarlo para capturarlo siempre lo mataba, lo cual provoca un reset en el gameboy seguido de una rabieta mía, así que tuve que capturar otros pokemon de nivel bajo, entrenarlos hasta nivel 55, cosa que me llevo un buen tiempo, comprar 50 ultra ball y dirigirme otra vez a intentar capturarlo.

Llegue con un equipo de 4: un odish, un wepinbell, un raichu, y un hypno, todos con ataque leves, pero la mayoría con habilidades como paralizar, dormir, envenenar, fue una pelea épica, el mataba a mis pokemon, yo trataba de no matarlo al debilitarlo, le botaba pokebolas como si un romano estuviera apedreando a un cristiano en épocas de la biblia, luego de gastar 80 pokebolas, y 50 ultra ball, el pajaro azul cayo rendido y fue capturado.
Nunca había sentido tanta emoción, tanto drama, tanto esfuerzo para capturar a uno solo pinche y puto pokemon!!!!, fue como comenzar de nuevo todo el maldito juego, gracias a esa pelea es que comencé a seguir la saga, gracias a eso ahorre como un año para comprarme el pokemon gold y el silver, es por eso que cuando fui más grande jodi y jodi para que mis viejosme compren un game boy advance y pueda jugar el pokemon rubi/safiro/esmeralda,  gracias a eso en colegio me sabia casi de memoria 300 nombres de pokemon pero no recordaba las capitales de Europa, pero más importante, es por eso que ya de mayor le herede mi gameboy a mis hermanos menores, para que ellos jueguen y puedan experimentar si no lo mismo algo mejor que yo, para que ellos también conozcan y quién sabe, encuentren una batalla en el juego que los defina.

Y es por eso que ese cajarito azul conocido como Articuno es mi pokemon favorito ;)

P.D.1 alguna experiencia relacionada que quisieran compartir??
P.D.2 entre tantos tatuajes encontré este estilo japonés que me encanto


martes, 16 de julio de 2013

Cerbero

Antiguamente existía una ciudad que solía sufrir asaltos de Bandidos, por suerte, contaba con un guardia formidable que amaba su ciudad natal.
Con dos feroces perros de caza a su lado, el guardia protegía las puertas de la ciudad, repeliendo a los posibles asaltantes. El trió llego a ser famoso por su ferocidad en combate.
Gracias a sus éxitos, le ofrecieron puestos de mayor prestigio, pero el guardia siempre los rechazaba. Nada le proporcionaba más orgullo ni felicidad que proteger su ciudad, pero no sospecha que su felicidad no duraría mucho…

El lugar sufrió una terrible enfermedad que se propago rápidamente y resulto mortal para todos los infectados. La gente, asustada, huía en masa y a medida que la ciudad se vaciaba iba perdiendo su vitalidad.
El guardia no soportaba ver marchitarse el lugar que amaba, había dedicado su vida a proteger la ciudad y ahora tenía que quedarse sin motivos para vivir. Consideraba cobardes a quienes intentaban marcharse. Con el tiempo, empezó a sentir resentimiento hacia ellos.
No podía permitir que se fuesen, al final y al cabo, sería absurdo proteger una ciudad desierta. 

Por increíble que pudiera parecer, se volvió contra sus conciudadanos, usando el miedo y la fuerza bruta para asegurarse de que no abandonaran la ciudad.
Aunque la enfermedad seguía propagándose, el guardia no dejó de actuar así, estaba perdido en las profundidades de la locura.
Una tarde, los bandidos iniciaron un asalto a la ciudad, el guardia estaba preparado para recibirlos, su cara se retorció en un profundo éxtasis, solo en momentos así se sentía realmente vivo…

Cuando los bandidos intentaron huir, el guardia fue atravesado por una lanza desde una posición donde no podía haber ningún bandido…
Desde la retaguardia, desde la ciudad cuya protección había dedicado su vida…
Los habitantes de esta ciudad habían decidido rebelarse contra la tiranía del guardia y atacarlo por la espalda. Mientras el guardia yacía en el suelo y su conciencia se desvanecía, una extraña luz brilló ante sus ojos.


Un cáliz flotaba ante él, bañado con un frio destello blanco, “Dedícame una ofrenda, lo que te sea más preciado y te concederé tu deseo…”
Hipnotizado pro las palabras del cáliz, el guardia ordenó a sus perros que matasen a toda la ciudad, amigos y enemigos por igual. Se volvió contra las personas a las que había protegido toda su vida, ahora eran su ofrenda.

El resultado fue un gigantesco montículo de cadáveres, junto a él, el guardia lloraba. Resonaron los aullidos de un perro enloquecido y la zona fue envuelta por un brillo oscuro.
De los estanques de sangre acumulada surgió un monstruo, un monstruo que desafiaba toda descripción…

Cuenta la leyenda que la ciudad aún existe en algún lugar del mundo, con un aspecto inalterado por los años, el mismo que tenía en los días de gloria del guardia.
Dicen que aún sigue allí, montando guardia ante sus puertas, puede que te deje entrar, pero seguro que no te dejara salir…


miércoles, 10 de julio de 2013

Arpía

Había una vez una noble dama de monstruosas proporciones. Aunque en el pasado había sido esbelta, sucedió un incidente que la cambio para siempre...le rompieron el corazón.

Desolada, se entregó a la comida para tapar el vacío que sentía, y a medida que crecía su apetito, también lo hacía su tamaño.

Un día, salió de su mansión para saciar su glotonería, según su costumbre. Le dolían las rodillas debido a su tremendo peso, caminar le suponía un terrible esfuerzo.

Al llegar al mercado cercano vio su fruta favorita en un puesto y se aproximó a toda prisa. Cuando llego, el vendedor se puso en pie y sus ojos se encontraron. Aquel día, en aquel puesto, volvió a enamorarse, a partir de ese momento visito al vendedor a diario.


El amor le hacía sentir un apetito aún mayor, pero incluso mientras comía, empezó a preocuparse por se tamaño "¿Cómo va a amar nadie esta tremenda redondez?" 
Y cuanto más le devoraban las preocupaciones, más comida devoraba ella.

Un día, sin previo aviso, su amor se perdió para siempre...
El vendedor ambulante no aparecía por ninguna parte, al preguntar a sus compañeros de otros puestos, descubrió que se había mudado a una ciudad lejana.
Tremendamente consternada, volvió a su mansión y lloro. Ansiaba verlo, pero su peso excesivo le impedía realizar viajes largos.

Cansada de llorar, oyó una extraña voz y se le apareció un cáliz. "Para que se cumpla tu deseo, debes realizar una ofrenda" 
La voz encendió una llama de esperanza en su corazón y decidió obedecerla. Ofreció su propio cuerpo grasiento.

Su grasienta corpulencia fluyó como el sebo y se transformó en unas poderosas alas. Con una sacudida, se alzó en el cielo como un pájaro.
Llego enseguida a la nueva ciudad de su amado. Una vez allí, decidió espiar desde lo alto, pero no estaba solo. El vendedor estaba casado y vivía feliz con su nueva esposa.

Se quedo contemplando sorprendida. Una vez más, le había roto el corazón. ¿Por qué? . Era lo peor que podía haber imaginado. Pero...se sintió extrañamente impasible.
¿Cómo podía estar tan calmada? "Creía que estaba enamorada de ese hombre. Y sin embargo...nada"

Observo al vendedor desde lejos. Ni su aspecto ni su estado la atraían en lo más mínimo. Pero no podía negar la poderosa chispa de emoción que había sentido la primera vez que se vieron. Entonces se le ocurrió.
No era amor lo que había sentido.

Ciertamente, era un intenso deseo, pero de algo totalmente diferente, a decir verdad, había caído en sus redes al ver si fruta favorita...
"¿No parece delicioso...?" Ansiaba tanto su carne que creía que fue amor.
Mientras el vendedor rogaba por su vida, ella balbuceaba "Vaya, vas a ser un manjar exquisito".

Se lo trago entero. Pero no bastó para saciar su hambre. Procedió a devorar todo lo que poseía, se comió a su mujer, se comió a su ganado, incluso de comió su casa y los muebles.
Tragó y tragó hasta que sintió un agudo dolor en el estómago y se desvaneció.
Estando inconsciente, aquella voz susurró una es más. En lo más profundo de su corazón, grito sintiendo un hambre insaciable. 

"¡MÁS..! ¡Quiero comer MÁS!" 

De nuevo, su carne se fundió y se le abrió en el estómago un gran orificio. Ahora, a través del agujero, podía expulsar de inmediato todo lo que devoraba.
No retenía nada en el estómago, nunca volvería a sentirse llena.


Podía disfrutar con el placer de comer eternamente sin pausa. No podría haber sido más feliz...

Había perdido su humanidad, pero este era un restado apropiado. Se dice que todavía baja la mirada desde el cielo, examinando las tierras en busca de un delicioso hombre sobre el que lanzarse...