Hay de todo tipo de personas en este cosa que
conocemos (o desconocemos) como vida, algunas personas venden, otras estudian, algunos
trabajan, mucho (o pocos) se enamoran, pero si hay algo que todas esas personas
tienen en común es que en todas partes aparece la competencia, si, esa señora
pequeña y gorda que no nos deja lugar en ningún lado.
Si quieres subir a un micro para ir a ver a alguien o solo porque tienes que ir a algún lado, de
repente hay diez personas que, más que subir al micro, parecería que no quieren
que tú te subas a él.
Si de repente te da hambre y te antojas un pedazo de
pizza tienes que pasarte del otro lado del mostrador y darle una mordida al
cajero si no quieres morir de angustia y claro de hambre.
Y claro si de repente te vas de parrando y ves una chica
que te guste, tendrás que alistarte para correr sin detenerte en las curvas porque
seguro que habrá otros cien que estarán esperando que te estrelles.
De repente se te prende el foco y te llega una idea
para tal o cual cosa, ten por seguro que la competencia, como no tiene otra
idea para poder hacerle frente a la tuya, lo más probables es que terminen robándote
dicha idea, y te preguntaras ¿por qué? Pues fácil, porque a la gente le gusta
imponerse sea como sea. Y si no es con
talento, con alguna hermana que este muy bien.
Aquello de vivir y dejar vivir es falso, pues la
competencia siempre tratara de hacernos trizas y cuando no lo haga no será por
no poder, si no, por falta de deseos.